Diario de un anhelo

Estoy en mi cuarto, estoy por abrir los ojos pero no quiero, algo me detiene, no tengo el mas mínimo deseo de comenzar otro día, carezco de las fuerzas de seguir repitiendo este ciclo de mañana, tarde, noche y deseos frustrados.

Son pasadas de las doce del día, lo sé por la intensidad de la luz que alcanzo a percibir aun con los ojos cerrados, siento mi cuerpo, me muevo de un lado hacia al otro, intentando encontrar una posición mas cómoda y volver a dormir, pero incluso aunque logre mi objetico, que caso tiene si en algún momento voy a despertar, quiero que esto termine de una buena vez. Como quisiera cerrar los ojos, sumirme en un sueño profundo, abandonando esta realidad para siempre y empezar a vivir en el mundo de fantasía creado por mis más profundos deseos, en donde la ansiedad no existe, tan solo la paz eterna.

Siento el corazón latir rápidamente, percibo nuevamente el calor del Sol, sus largos y delicados rayos me reconfortan y me dan su tibieza, cruzan a través de un pequeño espacio entre las delgadas cortinas de manta color hueso que se encuentran colocadas a un lado de la cama.

¿En dónde  me encuentro?, súbitamente caigo en cuenta que estoy en casa de mis padres, anoche  no he pude conciliar el sueño y cuando por fin lo conseguí quede mentalmente tan agotada que aun siento los efectos de pasar la noche en vela, ahora recuerdo que he venido a pasar algunos días para apoyar en cuanto pueda a mamá, se ha estado sintiendo mal tanto física como emocionalmente.

Mi intención en un principio era brindarle mi apoyo, pero a estas alturas, no creo que tenga las fuerzas necesarias para tener éxito.
Fue una sorpresa su recibimiento, cuando llegue pensé que habría un ambiente más opresivo, en realidad, nunca nos hemos llevado muy bien, siempre discutimos por cualquier nimiedad y acabamos sin hablarnos por largos periodos de tiempo, pero esta vez es distinto, la actitud de los dos está un tanto diferente. No quiero pensar más en ellos, pues solo acrecenta mi carga emocional, como hija mayor siempre he demostrado fortaleza y endereza, no quiero mostrar ninguna debilidad ante ellos, sería como perder una batalla en la guerra de mi vida, prefiero cerrar completamente el tema y enfocarme en las actividades que había planeado para hoy.

Me incorporo en la cama, acomodo unas almohadas para estar sentada con la espalda recta, de un tiempo para acá tengo este insufrible dolor en la columna,  que solo se me quita a ratos cuando logro mantenerme erguida, miro a mi alrededor todo está igual que la noche anterior, ¿Por qué miro todo esto?, ¿qué quiero encontrar o a quien ?, es como si al observar todo aquello tuviera la esperanza de ver algo diferente, un indicio de “algo” que había estado esperando, ¿pero qué?. Comienzo a mover poco a poco los miembros de mi cuerpo, siento que algo me hace falta, ¿Qué me hace falta?, tantas interrogantes y tan pocas respuestas, quizá el único problema es que tengo demasiado tiempo libre y mi mete empieza a divagar, o quizá es que me estoy volviendo loca, volverme loca sería una buena opción así no tendría que estar justificando mis acciones, lamentablemente aun conservo la consciente mente lógica, signo inminente de que todavía no llego a tal grado, hago por levantarme, mis movimientos son lentos y monótonos, como siempre, levanto mis brazos y trato de estirarlos hasta el techo, siento un leve alivio en mis piernas espalda y brazos, un halo de energía, de esa que me hace falta en gran cantidad, de pronto mil pensamientos se agolpan en mi cerebro, imágenes, sensaciones, recuerdos todos a la vez, un leve zumbido en mi oído izquierdo, mi corazón no ha dejado de latir rápidamente, al contrario parece que ha aumentado el ritmo aun mas, tengo escalofríos por todo el cuerpo, me empiezo a marear, me voy a desmayar, me inclino hacia la cama, trato de alcanzarla antes de que la fuerza me abandone por completo, llego a sentarme en el borde, inclino la cabeza para darme un leve masaje en la nuca, los músculos están tan contraídos que me arden, un sudor frio recorre mi frente, no puedo respirar, un ataque de ansiedad de los que siempre me dan cuando menos lo espero, trato de respirar pausadamente y aplicar las técnicas de meditación que por años he tenido que utilizar para no depender de las odiosas pastillas que me resultan tan molestas, depender de algo siempre ha sido para mí, signo de debilidad y no estoy dispuesta a perder esta batalla. Poco a poco mi ritmo se va tornando más regular, mis músculos comienzan a sentir descanso, me toma unos cuantos minutos recuperarme de este episodio tan repugnante, me odio a misma cuando pasa esto, ¿Por qué no puedo ser normal?, una pregunta más que siempre ronda mi cabeza, “debo seguir adelante” me obligo a mi misma a creer esta frase que repito un millón de veces, como para reconfortarme y darme valentía para el nuevo día, pero es inútil no funciona y lo único que queda en mi es este vacío interior tan inmenso y oscuro que acongoja y quebranta mi espíritu. Es deprimente como he llegado hasta este punto, yo que me vanagloriaba de mi fortaleza de hierro, yo que recorrí caminos tan adversos en mi vida y nunca he volteado atrás, yo con el carácter de una campeona, yo el roble invencible, he sido derrotada por una inseguridad abstracta, intangible pero tan dolorosa como cualquier herida corporal. Estoy en contradicción con mi ser, una parta me alienta, otra me destruye sin piedad y otra en medio del combate feroz, como victima de guerra sin esperanza y abandonada completamente en el olvido. Es preciso que me enfoque en las actividades que tengo que hacer, eso me sacara de este letargo aunque me sienta perdida debo intentar moverme salir y sonreír parecer normal ante la mirada de los demás y principalmente ante mis padres, no puedo permitirme el lujo de quedar al descubierto, no quiero dar explicaciones a nadie de cómo me siento, no creo poder soportar el escrutinio solo debo seguir adelante, aguantar hasta el límite esa es mi única misión por el resto de lo que me quede de vida, hasta que el Padre Supremo tenga misericordia de mi, recoja mi espíritu quebrantado por el  mundo en el que estoy existiendo, mi Señor porque me estas castigando, que acción tan terrible he cometido contra ti que me has impuesto tan arduo castigo, que impureza abrigó mi alma para confinarme en la prisión del interior de mi Ser, no hagas oídos sordos a mi sufrimiento, apiádate de mi, líbrame de este martirio constante y déjame sentir la paz de corazón y espíritu. Lagrimas tibias se desbordan de mis ojos y hacen camino por mi mejillas, mi fe sigue en pie, es de los pocos sentimientos gratos que me quedan, aun me queda la esperanza de que el Gran Padre tenga benevolencia conmigo y me preste algo de su fuerza para librar con éxito mi última gran contienda, la cruzada contra mis demonios se hace cada vez más cruda pero al final, allá en lo recóndito de mi, una pequeña e insignificante voz me dice que pronto todo cambiara. Creo que me siento un poco mejor, sin darme cuenta cerré mis ojos, siento las pestañas húmedas, mis manos están entrelazadas y sudorosas, estoy más tranquila, más relajada, un leve dolor en el cuello me indica que estuve un buen rato con la cabeza inclinada, separo las manos, muevo un poco la cabeza, trato de incorporarme poco a poco, esta vez todo a ha sido más intenso que la mayoría de las veces, no se qué hacer, he olvidado todo lo que había planeado, retiro con mi mano derecha, un mecho de cabello que se instaló en mi mejilla derecha, lo acomodo detrás de mi oído derecho y levanto la mirada ………y ahí está …oh Dios mío …..¿Quién eres?...¿Qué haces aquí?.... ¿Dónde están mis padres?….


No hay comentarios:

Publicar un comentario